Las búsquedas llevadas a cabo por Joan Miró entre 1916 y 1918 iban a desembocar en la creación de cuatro paisajes detallistas, realizados en el verano de 1918 en Montroig. Estas composiciones son consideradas como de innegable importancia en la evolución del estilo del pintor, ya que evidencian un cambio sustancial con respecto a su producción inmediatamente anterior.
Una de esas cuatro creaciones decisivas es "La casa de la palmera", donde Miró aplica un tratamiento del paisaje tan acusadamente realista y descriptivo, que ha sido definido incluso como de "registro de objetos". Este tipo de obras que desarrolla el artista a lo largo de un período que finaliza en 1922, posee cierto aire onírico e ingenuo, debido fundamentalmente a la ausencia de efectos de "plein air" y al mencionado detallismo descriptivo con que están resueltos los elementos paisajísticos. El momento de realización de "La casa de la palmera" constituye el primer gran hito creativo del pintor catalán, que empezará a llevar a cabo obras más claramente cercanas al surrealismo a partir de 1923-1924.